2010-03-06 2725 lecturas
Ricardo Candia
especial para G80
Terremoto en Chile: cosas que oculta y otras que devela
En su arrasar, el terremoto y el posterior tsunami aplastaron sagradas vidas humanas, casas de gente humilde, bienes, sueños y esperanzas. También destruyó credibilidades, altos índices de aceptación y aptitudes. Derribó legiones de soldaditos de plomo, silenció a los autores, cómplices y encubridores de estos treinta y tantos años sostenidos con pies de barro.
La paradoja es que también sacó a la superficie, para dolor de muchos y vergüenza de otros, lo poca cosa de algunos. De ser cierto lo que se informa, la presidenta Bachelet se habría inhibido de sacar a los milicos a las calles maltrechas del epicentro para evitar daños en su imagen. Antes de ser fusilado sin fórmula de juicio, ese asesor debería saber cuánto costó en vidas, dolor, y sufrimiento su miserable opinión y pedir perdón en forma pública. Y de paso, pasarle la cuenta también a la presidenta que acepta defender sus estúpidos e inútiles porcentajes.
De a poco se comienzan a develar las miserias que co ayudaron a la naturaleza en su asalto violento. Funcionarios que han hecho una vida tranquila al amparo de buenos sueldos, prebendas, inmunidades y estatus, se han demostrado como inútiles a la hora en que debían hacer gala de valentía, serenidad, tino e inteligencia
Edificios construidos a la rápida, carreteras quebradizas, hospitales nuevos en el suelo dicen de manera brutal cómo los ministerios relacionados con esos temas abandonaron su función de fiscalizadores dejando por su inacción la vida de las personas pendiendo de un milagro.
Que un dirigente de los empresarios de la construcción se permita matar de vergüenza a su familia, de tenerla, mediante un gag propio de Melón y Melame, es cosa suya. Allá él si goza con el ridículo hecho, que habrá cruzado las fronteras como un monumento a la tontera en estado puro. A esos señores les pagan sus pares y será cosa de éstos si lo hacen. Otra cosa es el caso de presidentes, generales, ministros y funcionarios públicos. Esas personas reciben sus abultadas dietas mediante la contribución del resto de los mortales que aportan todos los días.
Muchos recordarán aquella faramalla levantada para que la presidenta se luciera inaugurando un hospital en la ciudad de Curepto. Las camas, el biombo y el enfermo eran de utilería. Descubierto el engaño, la vergüenza dio paso a medidas concretas: el hospital de Curepto estaría operativo en breve y sería de primer nivel. El caso es que se cayó el sábado pasado. Cómo saber quien responde, quien aceptó planos, mezclas y enfierradura, todos chantas. Alguien debió dar un visto bueno, quizás por unos dólares más..
La imagen es casi tierna. La presidenta levantando un aparto de telefonía satelital donados por Hilary Clinton en su viaje relámpago a Chile. Debe ser el comentario en todos los regimientos del orbe. Chile, no cuenta con sistemas de comunicación estratégica y es posible que la segunda ciudad en importancia esté por horas incomunicada del centro, del gobierno y los mandos superiores de las Fuerzas Armadas. Y que sólo dispone de los celulares.
Resulta comprensible que algunos duden de semejante desatino. Más probable es que algunos mandos de las Fuerzas Armadas hayan tramitado a la presidenta para sus propios fines. Una especie de señal de que aún los militares están ahí y que tienen el poder de inducir a la jefatura política a cometer errores estratégicos. Una especie de golpe blanco, un tanteo para ver cómo andamos.
Como sea, es un papelón que queda de manifiesto por obra y gracia del terremoto que deja al descubierto el back stage del escenario en el que han venido actuando personajes no muy adecuados para sus roles. Pero que sin embargo, logran ser éxito de taquilla mediante la hábil intervención de asesores expertos en mantener sonrisas seductoras, lagrimitas emocionantes y despliegues espectaculares en terreno seguro.
Todos somos generales después de la guerra, dijo Bachelet para enfrentar con ironía las legítimas críticas que se le hacen a sus titubeos e indefiniciones. Se equivoca. Todos tenemos derecho a ser generales después de le guerra, menos ella y, precisamente, sus generales. Todos estos funcionarios públicos deben serlo antes, durante y después. De lo contrario no sirven. Como no sirve la ONEMI, ni sus jefes, ni sus planes, ni medidas. Ni siquiera para contar los muertos tiene alguna aptitud.
Tampoco sirvieron en esta pasada los F 16, ni los Leopard. Quedarán guardados para cuando haya que asaltar La Monda, algún sindicato o aldea de indios.
El terremoto y tsunami ha develado que lo hecho, mal hecho está. Que es fácil gobernar cuando todo está en calma y se dispone de dinero para casi todo. Los vestigios de la soberbia derrumbada la madrugada del sábado 27 de febrero se confunden con adobes, ladrillos y trozos de cornisas.
Hay cambio de gobierno en algunos días. Los que entran, arremeterán en forma brutal contra la administración saliente no más la banda tricolor cambie de dueño. Quienes dejan el poder, lo harán con el baldón de la ineptitud y la ineficiencia a cuestas. Debieran hacerlo calladitos por la puerta trasera.
El cataclismo que afectó al país sepultó muchas cosas, pero sacó a la superficie otras, como ya vemos. Una de ellas, casi en estado de extinción por desuso, brilló en los instantes más oscuros del desastre. El profundo sentimiento de solidaridad en el pueblo llano, el instinto de hacer las cosas apoyados uno con otros, la natural conducta de compartir el pan y lo que sea, el valor de arriesgar su vida por salvar otras, fue desempolvada por el pueblo y usada profusamente, sin que las luces de la tele se dieran cuenta.
No estaría mal un esfuerzo por mantener esas costumbres que veinte años de Concertación casi extinguieron por la aplicación de su política cultural. Y no esperar que haya catástrofes naturales para movilizar a la gente para demostrar que las cosas van a cambiar de verdad cuando la gente, mal tratada, mal vista y olvidad en el último quinto de siglo, se tome en serio los eslóganes que dicen que Chile sí puede, que Chile no se rinde. Ricardo Candia Cares
Terremoto y tsunami en Chile #terremotochile
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