2009-02-03 5462 lecturas
Arturo Alejandro Muñoz
especial para G80
Mentiras dictatoriales aplaudidas por derechistas de ayer y de hoy
DURANTE DIECISIETE AÑOS los mandos militares chilenos estuvieron mintiendo a destajo diariamente, tanto a los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra como al resto del planeta. Cada jornada se iniciaba con una especie de “orden del día” surgida de una de las mentes febriles que posaba sus nalgas en alguna silla del edificio Diego Portales (ex UNCTAD, actualmente ‘Gabriela Mistral’). Y esa ‘orden’ apuntaba indefectiblemente a provocar pánico en la población, a objeto de sumirla en el más completo de los terrores y en la total obediencia.
Cómo olvidar aquellas encendidas proclamas patrioteras lenguajeadas por el militar de turno en el Ministerio del Interior -o por el civil yanacona- que debíamos observar a través de las pantallas de la televisión, todas ellas dirigidas a presentar un falaz cuadro de “interés soviético por invadir Chile”, o de “intentos cubanos por desembarcar guerrilleros en nuestras costas”. Por cierto, no faltaban las ancianas y vejestorios que juraban a pié juntillas que los rusos y los ‘bandidos de Fidel’ estaban a las puertas del país con las armas en las manos, listos y preparados para “llevarse los niños a Moscú o a La Habana” (¿con qué propósito querrían rusos y cubanos echarse a sus espaldas a tres millones de cabros chicos sudamericanos que económica y políticamente les servían para maldita la cosa?).
En esos trágicos años sobraron las mentiras oficiales (militares, en este caso). Las hubo de todo tipo. Desde sangrientas e indignas hasta risibles y ridículas. Si bien es cierto muchas personas eran conscientes de que aquellas informaciones no correspondían a la verdad, también había miles de individuos que se tragaban religiosa y mansamente –por conveniencia laboral- tales mentiras.
Sin embargo, lo que estrangulaba el ánimo de quienes creían que los chilenos no configuraban una tropilla de gaznápiros, era el numeroso grupo de compatriotas que no sólo comulgaba con la mitomanía de los militares sino, además, le pedía a los uniformados seguir matando, seguir torturando y continuar en el gobierno hasta el final de los tiempos. Estos últimos, retornada la democracia, se incorporaron a tiendas partidistas ultramontanas, como la UDI y RN, desde donde persisten en intentar imponer sus ideas totalitarias, aunque esta vez las han disfrazado de populismo para que los ingenuos y desavisados de siempre vuelvan a caer en las redes derechistas.
1.- ¿Cómo olvidar, por ejemplo, las promesas, amenazas, declaraciones pomposas y juramentos estrambóticos que realizaron esos (entonces) jóvenes de buenos apellidos y blondas cabelleras, en un lugar llamado “Chacarillas”? Fue un día 09 de julio de 1977, de hace ya largas décadas, y en esas filas de robotizados cadetes marchaban muy orondos y con paso nazi algunos personajes que hoy -31 años más tarde- tratan de zafarse de aquellos hechos y discursean asegurando que ellos son la verdadera libertad y la auténtica democracia para el mismo país que desangraron y expoliaron a destajo acompañando al tirano.
Pero, los muertos siempre vuelven, y la memoria es porfiada. Aún con Pinochet hecho cenizas y polvo, la generación Chacarillas arrastra un pesado lastre. Algunos callan y puede que incluso se sonrojen. Otros hacen carambolas discursivas para finalmente no decir nada. Algunos, como el actual presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma (en la foto junto a Pinochet), no aprenden ni se arrepienten.
2.- ¿Cómo olvidar, por más ejemplo, las tenebrosas informaciones que ese mediodía de un jueves de junio de 1976 transmitieron y repitieron los canales de televisión alarmando hasta el paroxismo a millones de personas? Se aconsejaba a la población de Valparaíso y Santiago no salir de sus casas pues se aproximaba “un intenso y fortísimo temporal de lluvia y viento que durante la noche causaría cortes en el suministro eléctrico, voladura de techos en algunos barrios, anegamiento de carreteras hacia el sur y dificultades en las comunicaciones telefónicas”. El Ministerio de Educación determinó suspender, anticipadamente, las clases del día siguiente (viernes), y el mismo jueves muchas empresas y oficinas autorizaron a su personal abandonar antes las faenas para concurrir a sus hogares con presteza.
Esa misma tarde las calles de Santiago quedaron desiertas desde temprana hora como nunca antes, y en las poblaciones periféricas la gente se cobijó en sus humildes viviendas a la espera de lo peor…pero nada pasó. Ni siquiera hubo lluvia débil. En cambio, lo que sí ocurrió fue el transporte de cientos de prisioneros políticos en camiones militares rumbo a campos de concentración ubicados fuera de la capital (como Ritoque), amparado por el silencio que engendra el miedo…miedo que las propias autoridades militares no tuvieron empacho en difundir engañosamente.
3.- Muchísimos chilenos jamás olvidarán el grave montaje armado por la dictadura para engañar no sólo al país, sino también a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es así que en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el año 1976, el entonces embajador de la dictadura, Sergio Diez (que años más tarde sería incluso presidente de RN y haría gárgaras con la palabra ‘democracia’) afirmó que en las listas de desaparecidos "hay 153 nombres que no tienen existencia" y que el Registro Civil "ha confirmado que estas 153 'presuntas' (sic) personas son combinaciones de nombres y apellidos supuestos, que no están en los registros y que no tienen familia, y sobre quienes nadie en Chile ha preguntado responsablemente".
Agregó ante la ONU que "hay 64 personas de la listas de esos desaparecidos que están muertos, legalmente muertos, y que murieron casi en su totalidad, en los días siguientes al 11 de septiembre; y también, además por causas naturales o por accidentes (caídas, golpes, tránsito, etc.). Para ocultar el crimen de las 153 víctimas del primer grupo, Diez acompañó certificados del Registro Civil que expresan que las personas a que se refieren efectivamente no existen. El detalle está en que en los certificados el nombre del desaparecido tiene algún leve cambio, absolutamente inapreciable por los delegados de los otros países.
Así por ejemplo, para demostrar que nunca existió el desaparecido o asesinado Sergio Tormen, famoso campeón chileno de ciclismo, cuya identificación completa es Sergio Daniel Tormen Méndez, Diez acompañó un certificado de la inexistencia de Sergio Manuel Tormen Méndez. Éste último, claro, no existe.
UNA MENTIRA SANGRIENTAY DELEZNABLE LLAMADA ‘OPERACIÓN COLOMBO’
Un 25 de junio de 1975 apareció publicado en la revista “Novo O’Dia”, de Curitiba, Brasil, la noticia de una supuesta rendición de cuentas entre extremistas chilenos, donde habrían muerto 59 de ellos. Casi un mes después, la revista “LEA” de Argentina dirá algo similar y dará a conocer una nueva lista de fallecidos, los que sumarán 119. En Chile, los medios de comunicación repetirían las informaciones en términos peyorativos. Con el tiempo, se reconocería a la “Operación Colombo” como una de las peores y más cruentas acciones criminales perpetradas por la DINA, así como también una de las más significativas violaciones a la ética periodística en el país.
La Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, mediante un texto de María del Pilar Clemente, sintetizó los repudiables eventos cometidos por la dictadura pinochetista y el apoyo fanático que los diarios de las empresas EMOL y COPESA otorgaron a la DINA dirigida por el delincuente genocida Manuel Contreras. El texto de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile es el siguiente:
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LAS PUBLICACIONES EN CHILE: MENTIRAS Y FASCISMO
A través de la Agencia UPI, llegaron al país las informaciones publicadas en “Novo O’Día” y la “Revista LEA”.
Fu así que rápida e interesadamente “El Mercurio”, “La Tercera”, “Las Últimas Noticias” y “La Segunda”, publican por varios días informaciones basadas en esta noticia, las que acompañan con entrevistas locales a autoridades civiles y militares que fundamentan estos hechos y buscan eximir al gobierno de estas responsabilidades. Algunos titulares son: “Ejecutados por sus propios camaradas”, “Sangrienta pugna en el MIR”, “Exterminan como ratas a miristas”, “muertos, heridos y fugados”.
Además, el 24 de julio, el editorial de “El Mercurio” reflexionó de la siguiente manera: “Los periodistas y políticos extranjeros que tantas veces se preguntaron por la suerte de estos miembros del Mir y culparon al gobierno chileno de la desaparición de muchos de ellos, tienen ahora la explicación que rehusaron aceptar. Víctimas de sus propios métodos, exterminados por sus propios camaradas, cada uno de ellos, señala con trágica elocuencia que los violentos acaban por caer víctimas del terror ciego e implacable que provocan y que, puestos en ese camino, ya nada ni nadie puede detenerlos”.
Incluso, el diario “La Segunda” va más allá y el 13 de noviembre, duda de la verosimilitud de la información, pero en sentido contrario, ya que sugiere que todos están vivos y organizados a través del titular: “Los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”.
Esta ola de opiniones y “fuentes oficiales sin confirmar” constituye una plataforma para sustentar un rumor que acogen los medios señalados: que los 119 miristas chilenos no se han abatido entre ellos y que, en realidad, están vivos y recibiendo entrenamiento guerrillero en Argentina para ingresar –por miles- clandestinamente a operar en nuestro país.
A través de un largo proceso judicial, finalmente se pudo determinar que todo fue un montaje de la dictadura, a través de la DINA y de los diarios de las empresas EMOL y COPESA, ya que los 119 nunca se enfrentaron entre sí ni se estaban preparando en la guerrilla. Hasta la fecha, ellos siguen en calidad de detenidos-desaparecidos.
COLOFÓN
Las mentiras de la dictadura mencionadas en estas líneas son solamente un mínimum-minimorum de las bellaquerías, crímenes, robos, saqueos fiscales y asesinatos múltiples cometidos por el mal llamado ‘gobierno’ militar que entre los años 1973-1988 contó con el apoyo irrestricto de otros civiles ladrones y sátrapas tan macabros como los dictadores mismos.
Esos civiles derechistas son quienes hoy tratan de persuadirnos de sus cambios en beneficio de la democracia, la libertad y la igualdad ante la ley. Afortunadamente, nuestra memoria está viva. Arturo Alejandro Muñoz
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